El hígado y la depresión

En este momento estás viendo El hígado y la depresión

El hígado juega un papel importante como intermediario para el mantenimiento de la homeostasis y del equilibrio interno. Todos los nutrientes que vienen del tracto intestinal (exceptuando una amplia proporción de grasas) van al hígado, donde son procesados antes de ser liberados en el torrente sanguíneo. Si está funcionando bien, puede allanar las sacudidas de la absorción y asegurar el que la sangre está abastecida con un buen flujo de sangre y con otros nutrientes. Esto, a su vez, asegura el que las suprarrenales y el sistema nervioso no tengan que hacer frente a emergencias internas creadas por tener o no tener demasiado o demasiado poco de esto o aquello. El hígado, entonces, sirve para proveer un medio interno constante en el que el sistema nervioso puede funcionar, y si hace su trabajo como toca, contribuye en gran medida a la auto-capacidad para mantener el sentido de la ecuanimidad, calma y mente pacífica.

Por supuesto, tal y como hemos visto antes, el hígado hace más que todo esto. Es también responsable de filtrar la sangre y eliminar cualquier deshecho, contaminante o toxina que podrían dañar las células a través del cuerpo o de interferir con sus funciones. Por ejemplo, elimina pesticidas, insecticidas y otros materiales tóxicos que podrían ser absorbidos con los alimentos, a la vez que muchos metabolitos que son creados por el mismo cuerpo.

Si el hígado no está funcionando correctamente y falla al hacer su trabajo tal y como debería, muchos de estos materiales tóxicos pasan a la sangre y circulan  a través del cuerpo. Esto puede causar tanto pesadez, malestar y dolor, como un suministro incontrolado de nutrientes. Esto es particularmente importante debido a los efectos que puede tener sobre el sistema nervioso, pudiendo crear un sentimiento de apatía, aletargamiento y a menudo depresión.

De hecho, algunos autores han sugerido que una de las principales causas de la depresión pueda ser un  mal funcionamiento del hígado. Si se concede la debida atención a la liberación de estrés del hígado y se lleva cuidado de no sobrecargarlo, dándole permiso para que recobre su capacidad natural, los síntomas de depresión van desapareciendo.

Lo primero y más importante es regular la dieta para no forzar al hígado a hacer frente a todo lo que el tracto intestinal absorbe y es llevado por él a la vena porta. Si hay grandísimas cantidades de nutrientes, como los que resultan de una sobre-alimentación o de comer alimentos muy refinados que se absorben demasiado rápido en un modo en que muchos de ellos no son útiles y deben eliminarse, o si hay grandes cantidades de químicos resultantes de comer alimentos contaminados con insecticidas, herbicidas u otros químicos; entonces, el trabajo del hígado se multiplica por dos, por tres, y aún por cuatro. En este caso no se puede regenerar e inevitablemente se agota.

Comer demasiado hace trabajar demasiado al hígado. Y el hígado, al sobrecargarse empieza a funcionar pobremente y su influencia moduladora de la nutrición se pierde. Entonces, queda comprometida nuestra capacidad de recibir un flujo de energía constante que proviene de los alimentos. Puede ser inundado a veces por nutrientes con los que el hígado no se puede desenvolver y que entran directamente en el torrente sanguíneo, mientras que entre las comidas es deficiente hasta que las reservas del hígado no son adecuadas para llenar el vacío entre las comidas. Está, entonces, a veces lleno y a veces hambriento. Además está constantemente intoxicado por contaminantes internos que el hígado no está desechando. Se empieza a tener un sentimiento de incertidumbre, de no ser capaz de “creer en mi hígado”. Las emociones de  irritabilidad y sospecha resultantes  son proyectadas en la vida cotidiana y empiezan a ser características de la personalidad. El paciente de hígado puede desgastarse, debido a una absorción pobre de las proteínas; o puede volverse obeso debido a una sobre-absorción de azúcares, o puede mostrar una combinación de ambas posibilidades con músculos débiles y órganos insanos con un exceso de tejidos grasos. Podrá comer en demasía o comer demasiado poco, a menudo alternando entre las dos posibilidades. En ambos casos ha perdido su conexión con los signos que le harán saber cuando necesita alimento y cuando tiene suficiente. La relación realista que ha de existir entre la mente y el cuerpo, entre las señales fisiológicas internas y las respuestas fisiológicas, entre el tracto intestinal y el hígado aportando energía y equilibrio mental se ha perdido.

Queda claro, pues, que el hígado es un eslabón muy importante entre la alimentación y la mente, que sirve de intermediario en la interacción de ambas en muchos casos. En realidad se le podría implicar aún en otro misterio relacionado con esta interacción: de acuerdo con las enseñanzas de la medicina tradicional en Oriente, el hígado se ve afectado por las preocupaciones y por la “rumiación” mental . En términos utilizados por la teoría Ayurvédica, una obsesiva concentración de energía en el campo del intelecto lleva el plexo solar y el sistema digestivo a la negligencia (al abandono) y a la deficiencia. La persona sana está igualmente capacitada para estar alerta y para la actividad mental como para tener la flexibilidad de relajarse y darle permiso a su cuerpo para digerir su alimento y llevar a cabo sus procesos de eliminación. Cuando se está demasiado rígido y preocupado para que esto suceda, entonces, la activación de las enzimas digestivas y el suave funcionamiento del eje duodenal con sus órganos adjuntos, el hígado, el páncreas, etc…disminuye y se desequilibra aún más. El hígado se comporta como el elemento más fuerte de una digestión pobremente regulada y empieza a debilitarse gradualmente.

Cuando el fuego digestivo o pitta está correctamente regulado, se dice que la energía fluye constantemente y consistentemente del plexo solar, dándole a uno una sensación de vitalidad y bienestar. Cuando esto falla, los órganos accesorios de regulación que deberían ser normalmente empujados a desempeñar actividades extras sólo pueden dedicarse a la absorción en situaciones de emergencia. Las suprarrenales, tal y como hemos visto, pueden activarse respondiendo a tal emergencia, contribuyendo a menudo a un estado de tensión y ansiedad crónicas. La tiroides puede también entrar en este juego, y cuando se vuelve hiperactiva, se experimenta otra clase de nerviosismo y exhaustión.

© Artículo traducido por Agnès Pérez de “Diet and Nutrition” (Rudolph Ballentine).

Agnès Pérez
Artículo de Agnès Pérez © Todos los derechos reservados. Lo puedes compartir desde ésta web. Si deseas difundirlo en otra web o revista, ponte en contacto conmigo. ¿Te ayudo a reajustar tu alimentación? pide tu consulta online o presencial Además puedes aprender mucho con los cursos de macrobiótica y los nuevos cursos online que he diseñado con una metodología didáctica participativa y con dinámicas de enseñanza únicas.