Alimentación consciente
Tomando como referencia las teorías filosóficas de Georges Oshawa, Michio Kushi, en su libro “La salud por la macrobiótica” describe un interesante paralelismo entre diferentes niveles de alimentación y el modo en que éstos nos llevan a una determinada consciencia espiritual. Dependiendo de nuestro desarrollo personal, puede que vibremos en un nivel de consciencia o en otro, y a la par, nuestro modo de alimentarnos también nos conduce hacia un nivel de consciencia más o menos evolucionado. Así, nuestro juicio y consciencia se verán limitados al comer de modo mecánico, sensorial, puramente emocional, intelectual, social o ideológico, mientras que comer de acuerdo a una consciencia libre, sin condicionantes, pudiendo elegir correctamente lo que nuestro cuerpo, mente y espíritu necesitan nos conducirá a un estado de paz y armonía interna y con nuestro entorno.
Para llegar a esta libertad de elección es necesario habernos limpiado de toxinas físicas, emocionales y mentales a través de una alimentación y un modo de vida saludables ya que es imposible que nuestro juicio sea totalmente claro cuando a nivel físico, mental o emocional tenemos problemas graves, por lo tanto, hay que empezar por la base, que es la auto-observación y el cambio de hábitos.
Adoptar una dieta que nos haga depurar, nos centre y nos fortalezca es un buen comienzo.
Y ahora, mira con qué nivel o niveles te identificas. Cada uno de ellos conlleva aspectos a tener en cuenta para evitar estancarnos en ciertas actitudes que nos impiden llegar hasta una alimentación libre, y otros aspectos necesarios para el disfrute de la vida misma, así como evitar también comportamientos inflexibles que nos pueden llevar a actitudes intolerantes que provocan aislamiento social o cerrazón con respecto a la elección de cada cual con su alimentación y modo de vida.
Los siete niveles en el comer:
Nivel 1: Alimentación mecánica:
Las personas que actúan con este tipo de mentalidad no se plantean nada. Suelen responder de forma mecánica e instintiva ante estímulos externos, y con su comida tampoco se plantean cuáles son sus necesidades reales ni distinguen entre el efecto de un alimento u otro en su organismo. Funcionan de manera automática, solo con el fin de saciarse, comiendo cualquier cosa disponible a su alrededor para que su cuerpo realice los procesos de digestión, absorción y eliminación.
Nivel 2: Alimentación sensorial:
Muy en boga hoy día con el auge de la cocina de diseño y de autor, es comer para estimular los sentidos y según sus deseos, dando una prioridad especial al gusto, texturas, color, olor y volumen, buscando alimentos que aportan un placer sensual o sean estéticamente atractivos. Obtener placer y satisfacer sus deseos para cualquier cosa sin tener en cuenta las repercusiones personales, sociales o medio-ambientales que esto conlleva es la forma de vida de las personas que adoptan este tipo de alimentación.
Hoy en día podemos hablar de la aparición de un “boom” alimenticio, ya no sólo por la variedad de productos frescos que encontramos en los mercados sino haciendo referencia a las toneladas de “alimentos” de diversos sabores, colores, texturas, etc. que aparecen en las estanterías de los hipermercados ante los cuales cabe reflexionar antes de cargarlos en el carro y preguntarse:
- ¿Lo necesito para nutrirme?
- ¿Cuáles son los ingredientes?
- ¿Qué efecto tendrá en mi organismo?
- ¿Por qué me siento atraída/o por este producto?
- ¿Por cuántas industrias ha pasado y cómo afectan al medio-ambiente?
- Cuestionarnos eleva nuestro grado de consciencia y es el primer paso para reducir necesidades superfluas y nocivas.
Nivel 3: Alimentación emocional:
Comer emocionalmente significa dejarnos llevar por la guía de las emociones en desajuste que se manifiestan cuando hay desequilibrios orgánicos. El alimento, del mismo modo que lo hace nuestra mente, crea simultáneamente manifestaciones físicas y psicológicas. En Medicina Oriental, se conoce tradicionalmente que a cada órgano corresponden unas emociones determinadas que pueden estar en desajuste o equilibradas. Así, el consumo de un exceso de carnes y azúcar refinado sobrecarga el hígado y puede crear manifestaciones violentas, un bazo que ha funcionado por encima de sus posibilidades puede dar lugar a un deterioro de la calidad de sangre y a los sentimientos correspondientes de falta de recursos. Entonces, para compensar tales emociones, se recurre a alimentos que a menudo no son los que van a ayudar a restablecer el orden y ritmo natural, sino que potencian estas emociones en desequilibrio: por ejemplo, al sentir violencia interna o rabia, se recurre al azúcar (yin) para calmar esa intensidad (yang) o al sentir desasosiego y falta de recursos, se recurre a tomar lácteos en exceso que son el alimento que nos ha conectado con nuestra mayor proveedora de sustento.
Comer emocionalmente es también estar atado/a a los platos que en algún momento de nuestra vida nos han aportado un gran placer o sentimientos agradables. Por ejemplo, hacia algún plato que recuerde a la cocina de nuestra abuelita o un plato típico de la gastronomía de nuestra tierra.
Algunas personas que comen emocionalmente o sentimentalmente adoptan el veganismo porque no desean matar animales sin valorar ni estudiar ningún otro aspecto sobre nutrición que también implique “ahimsa” o el principio de no-violencia como es el no agredir nuestra salud con una alimentación inapropiada a nuestras necesidades y características biológicas.
Observar qué emociones acompañan el consumo de determinados alimentos conociendo qué connotaciones energéticas tienen, nos ayudará a superar adicciones ya no desde la supresión de la sustancia o alimento adictivo sino desde la comprensión de las compulsiones y la sanación mental y emocional.
Nivel 4: Alimentación intelectual:
Responde a justificaciones intelectuales y científicas. Atiende a razones sobre lo que está demostrado o no por la ciencia y requiere de causas y efectos probados. Está basada en teorías sobre nutrición que incluyen los conceptos de calorías, vitaminas, enzimas, proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, grupo sanguíneo y otros. Esta es la forma teórica de comer de la sociedad moderna, que consume propiedades antes que alimentos en sí, valora solo el aspecto nutricional, deja de lado las características energéticas y la calidad de los alimentos, recomendando un sinfín de suplementos que se pueden encontrar perfectamente en productos integrales como el salvado, el germen, determinadas vitaminas y minerales, etc.
Adoptar un tipo de dieta estandarizada nos puede alejar del origen alimenticio de ciertos malestares y derivarlos a otras causas ajenas ya que carece de una visión clara de la relación existente entre nuestra condición de salud y nuestros hábitos de vida.
Nivel 5: Alimentación social:
Dos perspectivas:
- En reuniones y fiestas, comer lo que nuestro entorno social come para no sentirnos discriminados por él haciendo caso omiso de nuestras necesidades y gustos personales, para no ser sujetos de preguntas u observaciones sobre nuestros gustos o decisiones en cuanto a la dieta personal o para no tener que dar explicaciones sobre nuestra elección de no comer ciertos alimentos.
- Potenciar, mediante campañas publicitarias o estrategias de marketing el consumo de determinados alimentos solo para el lucro de ciertas multinacionales aún a costa de manipular el buen corazón de mucha gente y de actuar de manera nada sostenible en sus procesos de producción. Algunos ejemplos son la antigua campaña publicitaria de la empresa Danone “Juntos sembramos vida”, la campaña de Coca-cola ·Destapa la felicidad”, la cría de langostinos o el cultivo de quinoa del cual se han apropiado unas pocas multinacionales y que son un artículo de lujo en los países ricos, pero algunas de las personas que los crían o cultivan apenas tienen el sustento suficiente para sobrevivir y además afecta al ecosistema de los lugares donde se establecen los criaderos. Los medios de comunicación masivos tienen un alto poder sobre lo que las personas eligen consumir, y las grandes empresas se aprovechan de ello sin ningún tipo de escrúpulos, siendo buenas clientas para estos medios de comunicación que siempre nos venden realidades manipuladas y esconden las pesquisas de quien les da de comer.
Nivel 6: Alimentación ideológica:
Comer de acuerdo a creencias ideológicas. Corresponden a este nivel, todas las formas de comer basadas en las tradiciones religiosas y espirituales: el Judaísmo, Hinduismo, Budismo, Taoísmo, Shintoismo, Islam, y muchas otras enseñanzas tradicionales incluyen disciplinas dietéticas en sus textos de referencia, que pueden ser adecuadas en muchos aspectos. El problema es adoptarlas ciegamente, por sumisión a una ideología o filosofía sin plantearnos qué es lo que nuestro cuerpo, mente y alma necesitan.
Nivel 7: Alimentación libre:
Comer de acuerdo a una conciencia libre. Es la manera de comer natural y universal de acuerdo a un discernimiento claro e intuitivo. Esta forma de comer no se opone a ningún tipo de alimento, pero selecciona y prepara automáticamente el que más se adapta a nuestras necesidades y a las de nuestro entorno.
Las características de una alimentación libre son:
- Consciente
- Orgánica o ecológica
- Integral
- Local o regional
- Estacional
- Artesanal
- Centrada o equilibrada energéticamente
Ésta es la forma de comer para poder realizar nuestros sueños.
Georges Oshawa decía: “A menos que nos responsabilicemos por nuestra alimentación cotidiana, a la larga seremos incapaces de dirigir o influenciar los demás aspectos de nuestro Ser. Y si no lo hacemos, en vez de estar formados por una consistente y natural pauta de crecimiento, nuestro bienestar físico y mental sufrirá presiones extremas que tipifican el estilo de vida moderno. En tal situación, no debería sorprender que el talante, los pensamientos y la salud física fluctúen de una manera azarosa e incontrolable. El hombre ordinario, aquel que no quiere cambiar, se mantiene sometido a su karma, a la ley de causa y efecto, pero aquel que realiza los esfuerzos necesarios, puede enteramente desembarazarse de lo que lo abruma o mantiene prisionero”.